En Alcalá de Henares, Madrid, nació Miguel de Cervantes, fue bautizado en 1547 (no se sabe con certeza el año de nacimiento). Este prestigioso dramaturgo, es el autor de la conocida obra “Don Quijote de la Mancha” una novela satírica y burlesca donde se parodia las novelas de caballerías que representan el heroísmo de forma fantástica y poco fiel a lo que Cervantes consideraba un caballero real, que para él era expuesto a través de la figura del caballero literario más clásico y no el héroe fabuloso que se empleaba en la novela de su época.
Lo más significativo de esta novela, que a pesar de ser una sátira de una moda literaria española de su época, actualmente aún tiene una validez perenne y constante no tan sólo en España sino en todo el mundo. Lo que pudo ser un libro de mera crítica literaria de circunstancias adquirió, gracias al genio y al arte perfectamente conscientes de Cervantes, una categoría superior, un sentido permanente y una trascendencia universal.
Nuestra ribera tiene el privilegio de verse reflejada en la prestigiosa obra «El Quijote». Concretamente se presentarán las posesiones de los duques de Villahermosa en Pedrola y en Alcalá de Ebro. Cervantes presenta el palacio-castillo de Pedrola digno de la corte de un rey:
“Tal fue el poderío en lujo y número de sirvientes de los Villahermosa-Luna a lo largo de los siglos XVI y XVII”.
La Ínsula Barataria es la región ficticia inspirada en Alcalá de Ebro, donde el fiel escudero de Don Quijote, Sancho Panza, es nombrado gobernador.
En esta región el caballero y su escudero sufren la burla de sus habitantes. Narra el autor en la segunda parte, capítulos XL y XLI, el pasaje del caballo Clavileño, un caballo de madera. En este pasaje, el autor explica cómo los duques gastan una broma a Don Quijote y Sancho Panza contándoles la historia de un caballo capaz de volar, sobre el que tienen que cabalgar para liberar a la Condesa de Trifaldi y sus doncellas de un encantamiento que les hace crecer espesas barbas. A los héroes se les venda los ojos para hacerlos subir al caballo clavileño creyendo que se trataba de un caballo real. Cuenta cómo las gentes del lugar levantaron al caballo para zarandearlo con los ilusos Quijote y Sancho sobre él, que verdaderamente creían estar volando.
En la obra de Cervantes, »Don Quijote de la Mancha», el autor describe en el capítulo 29 del segundo libro cómo Don Quijote y Sancho se suben a una barca encantada en el Ebro con la intención de acercarse a unas aceñas (molinos harineros), ya que Don Quijote cree que en los molinos hay un caballero oprimido o una princesa malparada a los que deben rescatar.
Y es que hay teorías sobre la existencia de estos molinos flotantes en las aguas de nuestra ribera. Estos molinos aprovechaban la fuerza de la corriente para hacer mover sus mecanismos. La fuerza hidráulica permitía moler en una hora la misma cantidad de cereal que molía un persona en varios días.
Se cuenta que en el invierno de 1568, huyendo Cervantes de Madrid tras agredir a un hombre, pernoctó en la casa palacio de los duques de Villahermosa, en Pedrola, en ese momento gobernado por Martín de Aragón y Gurrea, aficionado a la poesía y a las bellas artes.
Esta hipótesis habla también de que Cervantes acompañaba al cardenal Giulio Acquaviva, camino de Roma. Otras fuentes afirman que ésto ocurre en otoño de ese mismo año y que se hospedaría un tiempo allí pero, en definitiva, todo apunta a que estas sospechas sean ciertas y que en su estancia en Pedrola escribiera varios capítulos de su obra, ya que las coincidencias descriptivas son evidentes.
La Ínsula Barataria es la región ficticia inspirada en Alcalá de Ebro, donde el fiel escudero de Don Quijote, Sancho Panza, es nombrado gobernador.
En esta región el caballero y su escudero sufren la burla de sus habitantes. Narra el autor en la segunda parte, capítulos XL y XLI, el pasaje del caballo Clavileño, un caballo de madera. En este pasaje, el autor explica cómo los duques gastan una broma a Don Quijote y Sancho Panza contándoles la historia de un caballo capaz de volar, sobre el que tienen que cabalgar para liberar a la Condesa de Trifaldi y sus doncellas de un encantamiento que les hace crecer espesas barbas. A los héroes se les venda los ojos para hacerlos subir al caballo clavileño creyendo que se trataba de un caballo real. Cuenta cómo las gentes del lugar levantaron al caballo para zarandearlo con los ilusos Quijote y Sancho sobre él, que creen verdaderamente estaban volando.
En la obra de Cervantes, »Don Quijote de la Mancha», el autor describe en el capítulo 29 del segundo libro cómo Don Quijote y Sancho se suben a una barca encantada en el Ebro con la intención de acercarse a unas aceñas (molinos harineros), ya que Don Quijote cree que en los molinos hay un caballero oprimido o una princesa malparada a los que deben rescatar.
Y es que hay teorías sobre la existencia de estos molinos flotantes en las aguas de nuestra ribera. Estos molinos aprovechaban la fuerza de la corriente para hacer mover sus mecanismos. La fuerza hidráulica permitía moler en una hora la misma cantidad de cereal que molía un persona en varios días.
Se cuenta que en el invierno de 1568, huyendo Cervantes de Madrid tras agredir a un hombre, pernoctó en la casa palacio de los duques de Villahermosa, en Pedrola, en ese momento gobernado por Martín de Aragón y Gurrea, aficionado a la poesía y a las bellas artes.
Esta hipótesis habla también de que Cervantes acompañaba al cardenal Giulio Acquaviva, camino de Roma. Otras fuentes afirman que ésto ocurre en otoño de ese mismo año y que se hospedaría un tiempo allí pero, en definitiva, todo apunta a que estas sospechas sean ciertas y que en su estancia en Pedrola escribiera varios capítulos de su obra, ya que las coincidencias descriptivas son evidentes.
Disfruta del camino junto al cauce que da nombre a nuestra comarca y descubre por qué fue inspiración de Cervantes.