Torres de Berrellén, situada junto a la desembocadura del río Jalón, halla su origen en la antigua villa de El Castellar. Esta fortificación tuvo gran valor estratégico en la conquista de Zaragoza del siglo XII. El reparto de tierras a los vecinos, junto a la ribera del Ebro, dio origen a la construcción de casas de labor o torres. Éstas pronto fueron habitadas.
La iglesia parroquial de San Andrés del siglo XVI destaca por sus dos campanarios de estilo mudéjar y neomudéjar. En su interior, alberga una talla gótica de la Virgen del Castellar del siglo XIV, un ejemplo único en la zona. La devoción por esta virgen provoca que cada mes de mayo sus vecinos peregrinen hasta la ermita del Castellar con su tradicional dance o ‘paloteao’.
El palacio de los duques de Villahermosa de estilo renacentista, que hoy es el ayuntamiento, se sitúa en la plaza principal a la que da nombre su vecino más ilustre: Juan Pablo Bonet. Este lingüista publicó en 1620 el manual Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos, para enseñar lenguaje a personas sordas.
La localidad posee una de las últimas barcas de paso de tiro de sirga que surcan las aguas del río Ebro, muy próxima a la desembocadura del río Jalón.
El Castellar fue la primera ocupación aragonesa en la ribera del Ebro construida por el rey Sancho Ramírez en 1080, como fortificación militar en las inmediaciones de Saraqusta. Según cuenta la tradición, hacia el año 1111, su hijo el rey Alfonso I El Batallador encerró a su mujer doña Urraca en El Castellar.
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