Remolinos ha sido históricamente muy importante por la explotación de sal gema, extraída desde época romana de las numerosas minas que hay en los montes rocosos que rodean al municipio y conforman su paisaje.
El núcleo primitivo de la población se encontraba situado más cerca del río Ebro. La ubicación actual data del siglo XVIII, año en el que se levantó la iglesia parroquial de San Juan Bautista. En el interior, en la cúpula, se conservan las famosas pechinas de Francisco de Goya, cuatro lienzos ovalados pintados al óleo que representan a los padres de la iglesia.
En la parte más alta de la localidad, en las montañas y excavada sobre la roca, se sitúa la ermita del Cristo de la Cueva. Desde su mirador se disfruta de unas vistas privilegiadas del Valle del Ebro y el Moncayo. Actualmente, todavía se pueden ver construcciones en el interior de la roca habitadas por algunos vecinos, conocidas como casas cueva.
Además, dispone de un grupo de dance que cuenta con el popular baile de los pañuelos.
Tras la liberación del comercio de la sal se instaló un sistema de teleféricos que permitía el transporte de la sal desde la Mina Real a las salinas y, de éstas a la estación de tren de Pedrola, cruzando el Ebro. Ante la ausencia de puentes, este sistema agilizó el proceso que en barca era más lento.
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