Conoce los detalles de la curiosa tradición del Trallo para el reparto de aguas, que además ha sido nombrado Bien de Interés Cultural.
El Trallo es una tradición única que se celebra dos veces al año: el 21 abril y el 20 mayo en el partidero de Almisén (Pedrola), organizada por la Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo. Desde 2018, está declarado como Bien Catalogado Inmaterial del Patrimonio Cultural Aragonés.
El Trallo es un sistema de reparto del agua de riego entre distintos municipios, a través de un ritual que consiste en arrojar varios fardos de hierbajos secos a la acequia principal para determinar qué cantidad de agua se destinará a los diferentes municipios implicados, dependiendo de si estos fardos desembocan en un brazal o en otro.
Uno de ellos corresponde a la Acequia de Pedrola que riega tierras en los municipios de Pedrola, Azuer, Figueruelas, Alcalá de Ebro y Cabañas de Ebro.
El otro brazal conduce el agua a la Acequia del Cascajo, que riega en términos de Oitura (Bárboles), Grisén y Alagón.
En la tradicional noche de espera de Jueves Santo, los chicos entre 14 y 16 años custodian el Cristo Yacente ataviados como alabarderos, es decir, soldados romanos. La Santa Cama, nombre con el que se conoce al paso principal de esta localidad, es un Cristo Yacente sobre un lecho realizado por la escuela de Olot.
Al día siguiente, durante todo el día de Viernes Santo, hasta que se realiza la procesión del Santo Entierro, los alabarderos custodian el Yacente de Jesucristo, realizando un cambio de guardia cada media hora con un toque de tambores.
La ceremonia de El Trallo está documentada desde el S. XIX, aunque algunos historiadores, tales como la alagonesa Pilar Pérez (1989), apuntan al posible origen romano de esta singular tradición. Sus argumentos se basan en el origen etimológico de la palabra ‘trallo’, que proviene del latín y significa ‘tronco grande’, así como su posible derivación del término latino ‘trégula’, que significa ‘cuerda’. Ambos significados aluden a elementos indispensables en esta tradición: el tronco, que se colocaba en el brazal del Cascajo para elevar el nivel del agua –hoy en día, sustituido por una tajadera metálica- y la cuerda, esencial para atar los fardos de hierba seca.
La historiadora Pilar Pérez (1989) apunta también a la existencia ya de rituales similares en época romana, en los que se arrojaban al río manojos de hierbas atados con cuerdas para bendecir la cosecha.
Asimismo, son numerosas las referencias históricas que apuntan a que, en época medieval, existía una estructura hidráulica en las inmediaciones del actual partidero de Almisén. De hecho, el propio origen etimológico del lugar es de procedencia musulmana y podría derivar del árabe ‘al-misr’ (en español, ‘la frontera, el límite’) o ‘al-mahsa’ (en español, ‘calvero, suelo pelado’), que evidenciaría la propia naturaleza del enclave (Frago, 1979).
Esta tradición surgió como una vía diplomática para resolver la disputa en la distribución del agua de riego procedente del río Jalón. Tras los enfrentamientos entre los diversos pueblos de la zona se observó que, una vez repartidos los días de riego entre las diferentes zonas, sobraban nueve días sin adjudicar por lo que se decidió establecer esta singular tradición. En total, se lanzan nueve manojos al cauce de la acequia madre para decidir, según el brazal que cruce cada uno de ellos, el destino final de ese agua de riego durante esos nueve días.
Se lanzan cinco fardos el 21 de abril, de la mano del encargado del Sindicato de Riegos de Pedrola; y los cuatro manojos restantes el 20 de mayo, a través del encargado del Sindicato de Riegos de Figueruelas.
Es tradición elaborar los fajos de hierba en el mismo ribazo de la acequia para evitar diferencias de peso o densidad entre ellos.
A la ceremonia de arrojar los fardos de hierbas a la acequia madre, a veinte metros del partidero, se le conoce también como Arruedo, que forma parte de la tradición de El Trallo. Para evitar cualquier tipo de fraude, el notario de Alagón debe estar presente para dar fe de los resultados y poder legitimar así este peculiar reparto de agua.
En los últimos años, El Trallo o Arruedo se ha convertido en un animado acto popular para los vecinos de los pueblos de la zona, que se acercan cada año hasta el partidero de Almisén. Tras el acto, es tradición ofrecer avellanas, pan y vino a los asistentes, que suelen amenizar el aperitivo con jotas y canciones populares sobre El Trallo.